lunes, 3 de diciembre de 2007

Decí campeón


El treintañero baja al trote, con el "porque este año de Lanús Este, de Lanús Este, salió el nuevo campeón" escurriéndosele por las comisuras. Las lágrimas lo tienen acorralado. Y lo vencen una vez dentro del vestuario, zona liberada, al fin, para descargar tanta pasión contenida en platea extranjera. Privilegiado "amigo de", testigo ocular del frenesí VIP. La utopía perseguida durante casi 93 años al fin se hace añicos y los verdugos de la quimera piden "un minuto de silencio, para Banfield que está muerto". Y ea ea ea ea, ea ea ea é, sí. Al ritmo del bombo manipulado por Flores, y el redoblante de Mauricio Romero, vástago del club, hincha "y aparte amigo de varios de los chicos", de los más esfervecentes. Ojo, ni compite con Blanco, envidia de varios, que mira y toca, y vaya que si lo hace porque no la suelta en ningún momento a la Copa Cablevisión. A Benítez y su peluca multicolor no le importa. Está compenetrado en agitar y dejarse agitar. Porque hay motivos para el zamarreo. Lanús es el campéon, el campeón del pueblo, granate y de otros colores, porque también es el campeón simpático, y un campeón que encima juega lindo. Un hito que justifica el vaho y, por ende, la incansable repetición de bocanadas y pieles pegajosas. Como la da Cabrero, más sudado que cuando al principio del torneo su Grana apenas tenía un punto de nueve. "Mírenme, muchachos, no puedo hablar, no puedo más", implora superado por la emoción, pero cede ante la insistencia de la decena de periodistas (muchos paracaidistas) in situ, que tratan de conseguir testimonios trillados pero para la historia al fin, pese al "cantemos todo que Lanús está de fiesta, cantemos todos que Lanús es carnaval, cantemos todo que La Boca está luto" y ya sabemos cómo sigue la dedicatoria a quienes no cedieron una segunda bandeja y a quienes se empacaron en boicotear la fiesta a la europea en la hierba.Llamativo el look de Bossio: torso al aire, pantalón largo, medias y ojotas. Y el trofeo descansando entre sus brazos mientras enfila a ese micro que se menea y ruge avisando que "ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidad, para todos los de Banfield, el regalo de papá". Valeri, en tanto, todavía sigue perdido entre la bruma de vestuario (y eso que nadie abrió una ducha) contando que "esto se disfruta el triple, porque acá jugás con el amigo de Inferiores". Y se nota. En Arias y Guidi, mientras, 40.000 almas extasiadas aguardan la llegada del equipo de los milagros. La Fortaleza está más custodiada que nunca, luce repleta. La voz del estadio insiste (sin éxito) en pedirle "a los hinchas que están en el campo que vuelvan a las tribunas". Resignada, acude al apoyo ¡de la popular! Igual, no hay caso. Los héroes, ansiosos, ya no aguardan y saltan 21.16 a abrazarse a esa multitud. Pero el caos se entromete rápidamente, Ramón termina cabrero con los groupies que intentan desvalijarlo de atuendos, y raja con el estruendoso oy, oy, oy, oy de fondo. Biglieri casi termina a los bifes por un contexto similar. Así pues, la fiesta dura unos efímeros diez minutos. El jueves, a las 20, habrá revancha más organizada. Aunque 2 de diciembre de 2007 habrá uno solo. Porque en la Bombonera, ni 70 ni 30: 100% Lanús. Pipón pipón...

olé