viernes, 7 de diciembre de 2007

¿Curas boicotean inauguración oficial?


Los curas que debían bendecir dos escuelas en 25 de Mayo y La Maruja no fueron. Sí en cambio fue el obispo a la inauguración oficial de un frigorífico privado en Speluzzi presidida por el gobernador.La ausencia de párrocos en algunos actos oficiales en la última semana no dejó de llamar la atención, y no faltó quienes lo vincularan como una suerte de rebelión de un sector clerical. disgustado porque la semana anterior se sancionó en la Legislatura provincial la reglamentación de abortos no punibles.Así fue que en 25 de Mayo, durante la inauguración de un J.I.N., no hubo sacerdote y fue un feligrés quien bendijo las instalaciones.El hombre no se privó, una vez concretado ese acto, de pedirle al propio gobernador Carlos Verna que vete aquella norma legal cuando llegue el momento de su promulgación por parte del Poder Ejecutivo.Cuando se requirió sobre el por qué de la ausencia del párroco en una ceremonia alguien apuntó que no se encontraba en la localidad.Si bien después fue el propio obispo, monseñor Brédice, quien participó del acto inaugural del frigorífico de Speluzzi; ayer en La Maruja nuevamente hubo ausencia de sacerdotes. Fue en la oportunidad de habilitarse la Escuela de EGB y Polimodal 192.Esta vez no hubo bendición.No es casualidad _dijo un conocedor de la lógica interna con la que funciona la Iglesia_ que los dos actos a los que faltaron los curas, sean justamente de inauguración de obras estatales y, más aún, de escuelas, mientras que al qué si fue el obispo es la inauguración de un frigorífico privado (aunque con aporte estatal).La presión que de esta forma se ejerce faltando el representante eclesiástico tanto en la inauguración del J.I.N. de 25 de Mayo como del EGB y Polimodal de La Maruja, es una presión selectiva dirigida puntualmente hacia las autoridades provinciales para que veten la ley y doblemente desconsiderada porque se dirige en contra del estado que le paga el sueldo a curas y obispos.La ausencia podría tomarse así como un acto de incumplimiento de las mínimas obligaciones que, se supone, deberían tener los sacerdotes para quien sostiene su culto.

la arena