Javier Moreno suelta la frase con la seguridad de que será provocativa. Y es lo que quiere lograr: abrir una polémica. “Hablar de los medios es lo mismo que hablar de la democracia; están hermanados”, dice.
El director del diario El País, de España, maneja muy bien los tiempos del discurso. Tiene un aire casi teatral y acompaña la terminación de cada frase con un movimiento de las cejas. Las alza, con la intención de darle énfasis a lo que dice y buscar la complicidad de su interlocutor. Lo hace, por ejemplo, cuando sentencia: “La prensa independiente siempre debe ser un poco opositora”. Moreno amplía su proposición inicial. Explica que para el sistema democrático es vital contar con una prensa independiente y sana. “Si los diarios entran en crisis o se deterioran, comienzan a ser marginales y dejan de sostener su cometido, que es efectuar una labor de construcción de los espacios públicos”, dice, No esquiva el debate sobre la independencia económica de los medios de comunicación y también habla de la susceptibilidad de los gobiernos y a los intentos de captar voluntades periodísticas.
A los 45 años, nuestro entrevistado está a cargo de uno de los medios más respetados e influyentes de habla hispana. Por estos días, está pendiente de los resultados de los importantes cambios que hizo su periódico el año último. Con esas modificaciones, Moreno dice que pretende lograr un compromiso cívico mayor con su público, por medio de un tratamiento más directo de la información y una presentación más atractiva. Agrega que lo que se busca es "sumar lectores de escaparate", además de mantener a los fieles.
Moreno nació en París en 1963. Es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Valencia. Trabajó varios años como químico en Alemania. Realizó en 1992 el Máster de Periodismo de la Escuela UAM/El País. Su carrera como periodista comenzó en la sección Economía. Desde hace casi dos años es director del diario.
-¿Por qué dice que democracia y medios están hermanados?
-Están hermanados más allá del imaginario colectivo. Respecto de eso, suscribo la frase de Thomas Jefferson, quien sostenía que entre un gobierno sin diarios y un diario sin gobierno prefería un diario sin gobierno. La consolidación de nuevas tecnologías en el periodismo ayuda a la consolidación del pensamiento e incrementa su validez. Cuando se habla de medios, pues, se habla de medios y de política, de democracia.
-Si los medios están en crisis, como muchos afirman, ¿sirve, de todos modos, esta apreciación?
-Yo intento poner sobre aviso, no hacer predicciones. Lo hago como una provocación. Si los diarios entran en crisis o se deterioran, comienzan a ser marginales y dejan de sostener su cometido, que es realizar una labor de construcción de espacios públicos. Ese es el debate que hay que dar: si los diarios realmente están contribuyendo a la creación o al fortalecimiento de los espacios públicos.
-¿Están en crisis los diarios en España?
-En España hay una gran crisis. En la profesión y también en la democracia. Hay un puñado de medios -un periódico y una radio, por citar solamente dos casos- que están utilizando su poder para destruir, para sostener una agenda política, y en ese camino infligen un daño incalculable a la credibilidad y también a la solvencia profesional.
-¿Cuál es el objetivo?
-El objetivo es político. Esto ha hecho que se alcanzaran en España niveles de crispación como nunca los hubo. Incluso se superó en este tiempo lo que había ocurrido en otros momentos muy complicados para España. El diario El Mundo [competencia de El País ], sin ir más lejos, utilizó un dato falso e instaló un tema de debate en torno de un tribunal judicial. ¡Una mentira! Eso tiene un objetivo político que, cuando sale a la luz, provoca un estado de deterioro muy grande en la sociedad.
-Pero siempre hubo diarios que estuvieron al servicio de los gobiernos de turno...
-Sí, es cierto, pero hay grados diferentes. Una cosa es tener miradas distintas sobre la política, incluso hasta diversas posturas ideológicas, y otra es publicar mentiras para instalarlas como verdades y así destruir el espacio público que la sociedad necesita para crecer. Quienes hacen esto proponen una visión sesgada y deformada de la realidad. La mentira pervive en el tiempo; sobrevive semanas, meses. Otro ejemplo: aun después de la sentencia judicial por el 11-M [el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid], todavía hay gente en España que cree que la ETA tuvo algo que ver en el atentado. Porque hay medios que se encargan de mantener la mentira que se sembró en aquel momento. Y lo hacen para perjudicar. Lo hacen de forma interesada y mercantilista.
-¿Cree que se puede hablar de arrogancia de parte de algunos medios, por considerarse el camino para sostener la democracia?
-Los ciudadanos no son tontos, para decirlo de un modo directo y simple. No creen todo lo que se les cuenta. Tienen confianza en la selección de las noticias, en el contenido, en el comentario que el medio que eligen hace de cada noticia. Y esa confianza no se puede utilizar de manera espuria por mucho tiempo.
-Los gobernantes a veces se plantan ante la prensa y la presentan como enemiga. ¿Por qué lo hacen?
-Puede ser que lo hagan como estrategia: no lo descarto. Ahora, si me obligas a elaborar una teoría sobre esto, te diría que es una reacción genética de los políticos. Son pocos, realmente, los que aceptan las críticas de los periódicos. Se sienten de verdad maltratados, víctimas de los diarios. Uso este ejemplo: los legisladores del Partido Popular saben que nosotros vamos a ser duros con ellos, implacables, que vamos a estar observándolos, que vamos a auscultarlos, a estarles cerca. Y lo aceptan. Ahora, los del Partido Socialista Obrero Español no lo comprenden: creen que tenemos que tener concesiones con ellos porque estamos más cerca de su visión política.
-¿Se sienten traicionados?
-Sí, ¡se sienten traicionados! Dicen: éste es mi periódico y me critica. Critica mi plan Muchos no lo entienden.
-¿Existe la prensa opositora?
-Creo que si de verdad eres independiente eres un poco opositor. Eso te ayuda a tomar distancia de los hechos políticos, de las decisiones. El lector quiere, además, que su periódico mantenga la distancia.
-Aunque deje en claro siempre su posición política.
-No veo que eso sea malo. Nosotros no lo hacemos para apoyar candidatos con nombre y apellido. Lo hacemos a través de nuestros editoriales, de nuestro propio modelo de sociedad. Un diario se puede identificar con un modelo político, y eso no es malo. El País tiene una posición clara y tomada, por ejemplo, respecto de dos temas que siempre han provocado largos debates, como son el aborto y el divorcio. Tenemos una posición clara, que coincide con la de uno de los dos partidos mayoritarios de España. Eso no quiere decir que apoyemos directamente a ese partido. Todo el mundo sabe cuál es nuestro modelo de sociedad y esas convicciones se inscriben en un modelo de centroizquierda, pero no promocionamos candidatos.
-Algunos diarios prestigiosos de Estados Unidos lo hacen
-Y yo no creo que esté mal. Siempre y cuando sean claros y transparentes con sus lectores.
-¿Qué papel juega la independencia económica de los medios en el camino hacia una real independencia periodística?
-Bueno, un papel muy importante. En nuestro caso, las cuentas son públicas, porque cotizamos en la Bolsa. Pero claro que es un tema que me preocupa. En su momento, El País recibió ataques directos y deliberados de parte del gobierno de José María Aznar y sólo pudo sobrevivir por la solidez del grupo editorial. El respaldo económico que tuvo evitó que se cayera. Por eso considero muy importante la solidez económica de las empresas periodísticas.
-Muchas veces ese intento de independencia se ve amenazado por los gobiernos, que intentan desestabilizar al medio opositor, o captarlo...
-Lo sé
- por medio de la publicidad oficial, por ejemplo.
-Claro. En esos casos es necesario que las leyes sean claras y que se apliquen con el rigor del caso. Porque el periodismo independiente, del que estamos hablando y que yo defiendo, es caro. Hay que investigar, viajar, capacitarse. Tiene que ser profesional. Y eso es caro. Y para poder ejercer ese periodismo es necesario un respaldo económico importante.
Por Alejandro Di Lázzaro
De la Redacción de LA NACION