Los bombardeos de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo tenían como propósito "matar a la mayor cantidad posible de personas civiles" con el "objetivo político de quebrantar la voluntad de lucha o resistencia del presidente (Juan Domingo Perón) y de su base social, el peronismo", según denunció el abogado José Dequisa. La acusación fue presentada este lunes por el letrado ante la Cámara Federal donde, tras el sorteo de rigor, se determinó que le corresponderá investigarla al juez Ariel Lijo, con la intervención del fiscal Luis Comparatore. Dequisa adjuntó a su denuncia una copia del ejemplar del 8 de febrero de 2008 del diario Clarín y una investigación del periodista Daniel Cichero en su obra "Bombas sobre Buenos Aires" que también acompañó como elementos de prueba. Allí afirmó que esos ataques bélicos provocaron centenares o miles (a ciencia cierta aún no se sabe con certeza, por no haberse investigado) de muertos, heridos y mutilados" arrojando, según se desprende de investigaciones periodísticas que acompañó, "trece toneladas de bombas de fragmentación". Al definir los hechos como crímenes de lesa humanidad -por ende imprescriptibles- el denunciante dijo que se trató de "asesinatos dolosos e indiscriminados" que "repugnan al derecho internacional y al derecho de gentes" que "ha reaccionado contra las aberraciones genocidas o los crímenes de guerra". En las diez carillas de su escrito -al que Télam tuvo acceso- Deguisa efectuó un extenso y pormenorizado detalle de los 38 "aviones de guerra de las fuerzas armadas argentinas" que participaron del ataque; 28 de la aviación naval y 10 de la Fuerza Aérea; y de los objetivos prefijados. "La Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el Ministerio de Obras Públicas, el Departamento Central de Policía Federal y la ex residencia presidencial, llamada Palacio Unzué, ubicada en lo que hoy es la Biblioteca Nacional", fueron los principales blancos del ataque, recordó el letrado. Deguisa quiere que se enjuicie a "todos aquellos autores supérstites a la fecha (que aún permanecen vivos) de la Armada de la República Argentina y de la Fuerza Aérea" que "bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y otros objetivos dentro de la Ciudad de Buenos Aires". "Estos hechos aberrantes se produjeron en forma sistemática", sostuvo y aclaró que habían sido "previamente planificados y con entrenamiento específico" con el objetivo de "matar al presidente Perón y tomar el gobierno". Otro objetivo, "de mayor gravedad que el primero", señala, era "matar a la mayor cantidad posible de personas civiles" con el "objetivo político de quebrantar la voluntad de lucha o resistencia del presidente y de su base social, el peronismo". "Las víctimas no estaban constituidas en ejército invasor enemigo al que patrióticamente se debía causar el mayor daño posible; las víctimas constituyeron el pueblo civil de Buenos Aires, desarmado y desprevenido", añadió. El letrado citó textos de Aristóteles en "Etica a Nicómaco", cuando explica que "era distinto ser injusto que ser malvado, que el culposo es injusto, pero cuando se obra por elección deliberada se es injusto y malvado". En ese sentido, enfatizó que la "maldad extrema que empuja al hombre a lesionar el ’derecho de gentes’ matando y mutilando masivamente a poblaciones indefensas y desprevenida ha encontrado óbice" en los Tratados Internacionales. Finalmente citó párrafos del General José de San Martín cuando sostuvo que "la Patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes" y concluyó que "la Patria no es abrigadora de crímenes".
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