El ex contador fiscal Rubén Angel Naval dijo ayer que sacó lo que ya era suyo de las oficinas del Tribunal de Cuentas, como curioso argumento para defenderse en la causa paralela que se le sigue por hurto y violación de documentación probatoria. Culminado el debate por la megaestafa en el IPAV, la Cámara del Crimen Nº 1 comenzó a juzgar ayer a Naval porque el 11 de agosto de 2004 ingresó después del mediodía a las oficinas del TdC (ya había dejado de trabajar allí y estaba en la Fiscalía de Investigaciones Administrativas) y se llevó documentación sobre los controles que hacía en el IPAV en una bolsa de nailon.Aquel día, una hora después intentó devolverlos, luego de que un familiar abogado se lo aconsejó ya que nadie le había firmado el retiro de los papeles. Pero se encontró con el Tribunal cerrado y con la sorpresa de que fue demorado cuando quiso dejarlos en el puesto policial de Casa de Gobierno.En el allanamiento posterior que se hizo en su vivienda se encontraron dos dictámenes con su firma sobre el IPAV, pruebas que la jueza Verónica Fantini, a cargo de la investigación de la megaestafa, había mandado a pedir.En la declaración de instrucción, Naval dijo que esos dos dictámenes los tenía en su vivienda desde antes y que del interior del TdC solamente retiró copias de los borradores de dictámenes del IPAV que llevaba para su propia seguridad y recibos de sueldos propios.Ayer, le contó al tribunal que había consultado con Natalio Perés, presidente del TdC, durante una reunión familiar, si podía retirar los papeles en cuestión. “No me dijo que no, y yo entendí que podía”, relató. Perés lo negó durante la investigación.Ayer, Naval relató que ingresó a las que habían sido sus oficinas con tranquilidad y saludando a las empleadas que había en aquel momento. Y dijo que no tuvo intención de ocultar ni destruir los papeles, que estimaba eran suyos y que, de pasar el tiempo, alguien terminaría tirándolos.Aseguró que pretendía aportar esos documentos a la jueza Fantini, delante de la cual había prestado indagatoria poco tiempo antes, para demostrar que había cumplido cabalmente con su tarea de control previo en el manejo del IPAV. “Las copias eran algo mío. Eran una constancia para mí. El Tribunal tenía otra copia”, repitió varias veces.
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