Cuando la defensora oficial Laura Armagno ingresó a la sala de audiencias de la Cámara 1, se topó con una sorpresa: su defendido, Walter García, no estaba en el lugar. Y como tampoco lo había encontrado en la sala de espera, la abogada quiso hacerse la bromista. “¿Qué, ya lo metieron preso?”, se escuchó que preguntaba con una sonrisa. A los pocos minutos llegó García. Traía consigo una bolsa llena que ponía en evidencia su paso por “Lucaioli”: por lo visto, había aprovechado la demora en el inicio de la audiencia para ir de compras a la casa de electrodomésticos.
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