lunes, 13 de agosto de 2007
Habría unos 500.000 pobres más que los que mide el Indec
Bajo la alfombra del Indec entra de todo. Junto con el verdadero precio de la lechuga y los índices reales de inflación, el Gobierno barrerá y esconderá en ese lugar donde no llega el sol a por lo menos medio millón de pobres. La última medición oficial sobre el nivel de pobreza en la Argentina (26,9% de la población) corresponde al segundo semestre de 2006, dato difundido en marzo de este año. La información relativa a la primera mitad de este año debería conocerse el 20 de septiembre próximo, un mes antes de las elecciones, pero hay un problema: la pobreza se calcula sobre la base del valor de la canasta básica del Indec, que según mediciones independientes estaría subvaluada en hasta un 20 por ciento. Desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, la incidencia de la pobreza en la población cayó casi 21 puntos: durante el segundo semestre de 2003, el 47,8% de las 24 millones de personas que viven en centros urbanos estaba por debajo de la línea de la pobreza. La indigencia, que era entonces de 20,5%, cayó en 2006 a 8,7%. Junto con la baja del desempleo, fueron dos de los indicadores más positivos que podía mostrar Kirchner. Todo hace prever que el nuevo índice continuará con esa tendencia. Sin embargo, analistas, organizaciones no gubernamentales, técnicos del Indec y hasta consultores cercanos al Gobierno advierten que, aunque vuelva a bajar, habrá que tomarlo con pinzas porque estará subestimado. Un estudio de SEL Consultores calcula que, tomando el valor que el Indec le asigna a la canasta básica alimentaria en el primer semestre de 2007 (7,6% más cara que en el segundo semestre de 2006), la pobreza habría bajado al 24,3% y la indigencia, al 7,9%. Pero la consultora que encabeza Ernesto Kritz también estimó esos indicadores según una medición propia de la canasta básica (que es un 11,5% más cara que el año pasado): la pobreza en ese caso sería del 26% y la indigencia, del 8,4%. Es decir, unos 450.000 pobres más que los estimados según la canasta oficial. El estudio se basa en una serie de supuestos de evolución de los ingresos y el empleo respecto del semestre anterior (con un ingreso familiar promedio 11,8% mayor) y advierte que si la canasta hubiera aumentado un 15% en la primera mitad del año -estimación que algunos analistas suscriben- entonces la pobreza, lejos de disminuir, habría crecido (y los pobres bajo la alfombra serían 700.000). Kritz dijo que "aún más preocupante" es el hecho de que la brecha entre las canastas oficial e independiente sigue creciendo. En el supuesto sobre el que se calculó un "faltante" de 450.000 pobres, la canasta del Indec estaba subvaluada en un 3,6%. Pero para esa consultora, en julio último esa brecha ya llegó al 21,4%, con lo cual la falta sería varias veces superior. Un informe que el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) elaboró para LA NACION muestra que si en la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec se hubiera subestimado el valor de la canasta en un 10 por ciento, la tasa de pobreza real habría sido cuatro puntos (un millón de personas) superior a la difundida por el Indec. Si hubiese habido una subestimación del 20 por ciento, se habrían ignorado 2,2 millones de pobres. Es cierto que los valores de la canasta que tomó esa EPH no están cuestionados. ¿Pero cuál es la subestimación que encuentran los analistas en la canasta básica alimentaria de julio? Para la consultora Equis, la canasta vale $ 160,67, un 14,8% más que la que hoy mide el Indec ($ 140). Para SEL, ya se dijo, la subestimación es del 21,4%. El ejercicio teórico de Cippec no parece tan lejos de la realidad. "Si se midiera la inflación real, es muy probable que aumentara la cantidad de hogares pobres. Pero como se va a medir con un índice que no refleja la verdadera inflación, lo más probable es que disminuya la pobreza", dijo Jorge Colina, investigador del Instituto para el Desarrollo Social Argentino. Según un estudio suyo, a ingresos constantes cada punto de inflación aumenta la cantidad de hogares pobres en 1,2% (unas 80.000 personas). La estimación de Artemio López, socio de Equis y uno de los analistas más consultados por el Gobierno, es aún mayor: cada punto de inflación pone a 150.000 personas más bajo la línea de la pobreza (con ingresos constantes). Si el Indec esconde cuatro puntos de inflación, entonces para el Gobierno hay 600.000 pobres menos. López se quejó de que todavía no están los datos de la EPH del primer trimestre, lo cual dificulta las estimaciones independientes sobre la pobreza. El diputado Claudio Lozano (CTA-Capital) pronosticó que el Indec "tiende a subvaluar la canasta alimentaria y va a presentar un nivel de pobreza por debajo del efectivamente existente". Pero además alertó sobre otro tipo de subestimación de la pobreza: el Indec elaboró una nueva metodología para medirla que contempla las diferentes necesidades de cada hogar en lugar de utilizar un coeficiente fijo. Ese sistema habría brindado en marzo un índice de pobreza nueve puntos mayor (más de dos millones de personas) que el último que dio el Gobierno. "Pero no fue aplicado por el veto político", denunció el legislador. Según Luciana Díaz Frers, directora del programa de Política Fiscal de Cippec, la confiabilidad de los índices de pobreza es muy importante "para evaluar cómo va evolucionando la economía y cómo va impactando en la distribución del ingreso, porque de eso dependen algunas decisiones de política pública, como la cantidad de planes sociales que debería haber". Por Oliver Galak De la Redacción de LA NACION