Pudo haber sentido odio, miedo o revancha. Pero lo que seguro no pensó el ex funcionario Daniel Varizat al acelerar su camioneta fue que iba a desencadenar otra crisis política en la provincia gobernada por el kirchnerismo desde hace 17 años. Tan espeso es el aire que aquí se respira que el obispo de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, decidió ayer ponerse al frente de un amplio arco social que reclama cambios de fondo que garanticen la gobernabilidad en la provincia.Esta reacción se expresó ayer con el nacimiento de una multisectorial que reúne a la iglesia, gremios estatales, partidos opositores y la Cámara de Comercio local. En un documento de nacimiento se pidió "la desmilitarización de la provincia" y que "se garantice la transparencia de los procesos judiciales". La multisectorial también marcó la necesidad de "contar con un gobierno autónomo". Cuando Clarín preguntó qué es lo que se quería decir, el propio Romanín contestó: "Pedimos que no nos manejen más desde Buenos Aires".El obispo ya se había cruzado con el Gobierno tres meses atrás, en ocasión de la renuncia del ex gobernador Carlos Sancho y la llegada al puesto del diputado Daniel Peralta, a instancias del propio presidente Néstor Kirchner. Ayer, y tras los dramáticos sucesos del viernes y sábado -la atropellada de Varizat que mandó 17 personas al hospital, y la masiva marcha que casi invade la Gobernación-, la Mesa de Unidad Sindical le pidió que in tercediera. Romanín no achicó: anoche abrió el teatro del Obispado para que 500 personas debatieran sobre la situación y se sentó en el escenario, junto a los sindicalistas. También aceptó hablar en la masiva marcha que los gremios estatales harán hoy. El religioso -que ayer se comunicó telefónicamente con Peralta, para informarle de sus pasos- señaló que la multisectorial nace para "defender la democracia y garantizar la agenda electoral, apostar a una gobernabilidad que es muy importante para no caer en la anarquía o en la justicia por mano propia". El silencio absoluto del Gobierno confirmó el desconcierto que por estas horas se ha apoderado del oficialismo.En Santa Cruz pasa lo siguiente: a poco de dos meses para las elecciones, y luego de la salida alborotada de dos gobernadores en tres años, nadie parece poder enfrentar la creciente escalada de protesta de los gremios estatales, en especial, el docente, y mucho menos el descontento que se apoderó de esta capital tras el episodio Varizat. Peralta no es reprobado como interlocutor para esta transición, pero su crédito merma cada día porque no logra dar respuesta al reclamo social. La fuerte interna del Frente para la Victoria no lo ayuda (por caso, solo pudo remover a un ministro de su Gabinete, el polémico Varizat). Y aquí todos ven detrás la sombra de Kirchner."Vemos un gobierno muy débil. Y entre todos los sectores nos planteamos la necesidad de lograr una gobernabilidad autónoma", explicó el gremialista Héctor Barabino. El titular del gremio docente, Pedro Muñoz, fue más contundente. Dijo que "hay que cortar el cordón umbilical con el Gobierno nacional". Anoche, los partidos de la oposición respondieron a la convocatoria de los gremios, bendecida por Romanín. Había tres candidatos a gobernador (el radical Eduardo Costa, el peronista disidente Eduardo Arnold y el izquierdista Bernardino Zaffroni) y entidades civiles y empresarias, como la Cámara de Comercio. Más allá de los matices, el reclamo común fue que el oficialismo abandone su autismo, que la Gendarmería se retire de la provincia y que se avance en una depuración judicial. "Algo nuevo está naciendo. No bajemos los brazos que vale la pena", despidió el obispo a sus invitados.
Clarín