Zapatos usados, de todos los tamaños y modelos. Cajas de arroz, paquetes de azúcar. Pañales, agua mineral, atún, mantas, ropa de bebé. En un playón del Estadio Nacional de fútbol, en Lima, decenas de militares y voluntarios intentan ordenar lo que traen, en autos, camiones o a pie, quienes colaboran con las miles de personas que perdieron todo en el sur por el terremoto del miércoles.Desde aquí ya salieron casi 1.500 toneladas de ayuda. Pero las propias autoridades admiten que el operativo es deficiente y que tienen razón los pobladores de las ciudades afectadas. Recién ayer se puso en marcha un plan estratégico para poder asistir a las más de 35.000 familias que perdieron sus casas."Al principio toda la distribución de ayuda estuvo muy desorganizada. No hubo personal calificado ni una buena logística" reconoció a Clarín Luis Bromley, director del Instituto Nacional de Medicina Legal, uno de los organismos estatales que encabezan las tareas de rescate y asistencia a las víctimas. Y agregó que ayer, cinco días después del sismo que sacudió con ferocidad a la región de Ica, en el sur del país, empezó a funcionar el "plan estratégico".-¿No había un plan de contingencia, teniendo en cuenta que Perú es una zona con riesgo sísmico?- preguntó esta enviada.-Planes tenemos. Lo que no hay es personal calificado, entrenado específicamente para situaciones como esta. No hay una política de Estado. Cuando cambian los gobiernos cambian los planes. Y no hablo sólo a nivel nacional, sino también regional y local, porque en estos casos intervienen las gobernaciones, las alcaldías.Según Bromley, "no hubo una buena logística, no teníamos buenos mapas de la zona afectada, ni maquinaria adecuada". En las largas recorridas que hizo este diario por la zona afectada, en ciudades de Pisco, Ica y Chincha, pudo ver a centenares de pobladores desesperados por una botella de agua y algo de comer, en medio de la desolación, de pueblos que se convirtieron en escombros, sin luz ni agua potable, y con el hedor de cadáveres que todavía no fueron rescatados y siguen descomponiéndose bajo piedras y tierra.Por eso, explicó Bromley, el primer paso del plan será "terminar con la remoción de escombros y recuperación de cadáveres, y luego la limpieza de las ciudades afectadas. Para eso empezarán a llegar máquinas excavadoras de empresas privadas, equipo pesado de construcciones. En Pisco tenemos dos excavadoras trabajando y harían falta diez", dijo.El segundo punto del plan es "asistir a las necesidades de los ciudadanos, llevarles alimento y abrigo. Se han dispuesto responsabilidades entre los distintos ministerios. Se han instalado más de mil carpas para albergar a los damnificados, que podrían tener que quedarse allí al menos dos meses, porque las tareas de limpieza podrían demorar hasta un mes", estimó Bromley.Los aviones, camiones y buques con alimentos, medicinas y abrigos comenzaron a llegar con lentitud y en cantidades que no alcanzan para satisfacer las tremendas necesidades en la zona devastada. El Estadio Nacional es uno de los centros de recepción y distribución de la ayuda. Aquí trabajan sin pausa hombres y mujeres de todas las edades, embalando y clasificando cajas."Estamos recibiendo muchísima ayuda de todos los peruanos, de supermercados o empresas, y de particulares. Ya han salido de acá unos cien camiones", se enorgullece el general Alan Trigoso, de la Fuerza Aérea, a cargo de las tareas en este lugar. Y cuenta que "han venido voluntarios de todos lados a ayudar". Aquí, junto a las bolsas y cajas de ayuda estuvo a la mañana el presidente Alan García, antes de partir de nuevo a Pisco, un recorrido que hizo varias veces en avión en los últimos días. Hay cajas de alimentos en el suelo, y gente separando por rubros. "¡Aquí hay más arroz! ¡Otra caja!", grita Norma Cori, de 25 años, una estudiante que hace dos días está en el estadio. "Quería ayudar, y la única forma era acá, embalando, separando galletas", sonríe. Resume que lo que más llega es ropa, "a veces inservible cuando lo que más se necesita es comida".
Clarín