Un beso deseado, compartido. Un beso equivocado, producto del deseo y la confusión. Un beso violento, arrancado a sabiendas del rechazo seguro. Estos besos no son iguales en la vida y tampoco en los tribunales penales. De la forma, el tipo y las circunstancias depende que esa "opresión con movimiento de labios" (tal la fría definición del diccionario) pase de ser un buen o mal recuerdo a un "delito contra la libertad sexual".Así lo dejaron claro los jueces de la Sala V de la Cámara del Crimen porteña en un reciente fallo en el que procesaron al encargado de seguridad de un edificio, que se tiró sobre una joven dentro de un ascensor. Allí intentó besarla en la boca y finalmente logró hacerlo varias veces en el cuello, pese a su resistencia.Ocurrió a principios de este año en un edificio de la avenida del Libertador al 6200, en el barrio de Belgrano. La joven había ido a la casa de una amiga por donde, a la noche, un chico la pasó a buscar para ir a cenar. "Al bajar notó que el vigilador la miraba raro, se quedó con miedo y debido a eso llamó por su celular a la amiga que vivía allí. Le pidió que esperara despierta que volviera, que no le gustaba el hombre de seguridad", explicaron ayer a Clarín fuentes judiciales.De regreso, como había anticipado, la joven llamó a su amiga y le dijo que estaba a punto de subir a su departamento. Según la denuncia, "mientras ésta se hallaba en el ascensor de la planta baja (el imputado) corrió hasta allí y abriendo la puerta (de tipo tijera) de forma violenta y sorpresiva, se abalanzó sobre ella y cubriéndole el cuerpo con sus brazos intentó besarla en la boca", dice el fallo de Cámara.Y agrega: "para eso le tomó ambas mejillas fuertemente, mientras se reía y parecía nervioso, siendo que, ante la resistencia de la víctima, que en todo momento se movía tratando de zafarse de la situación y decía '¿qué hacés?', comenzó a darle besos en la zona del cuello".En medio de los manotazos la joven logró apretar la alarma del ascensor y su amiga y otros vecinos salieron a ver qué pasaba. Para entonces ya estaba en una "crisis de llanto". Luego del episodio, la chica hizo la denuncia, por eso -además de un inmediato despido- al hombre se le inició una causa penal.Al principio le fue bien: el juez de Instrucción Roberto Ponce lo sobreseyó. Consideró que no había testigos ni pruebas para sostener que todo hubiera ocurrido como decía la denunciante. Y fue más allá al evaluar que, aunque el hecho pudiera probarse, de por sí no constituía delito.Previa apelación fiscal, la cuestión llegó a los escritorios de los jueces de la Sala V, María Laura Garrigós de Rébori, Mario Filozof y Rodolfo Pociello. Estos, en primer termino, dieron crédito a la denuncia. Pero además opinaron que se estaba frente a un "abuso sexual simple" delito que tiene una pena, que oscila entre seis meses a cuatro años de prisión.Los camaristas procesaron al imputado, requirieron pericias psicológicas y ordenaron profundizar la investigación. De acuerdo a su postura, los besos del encargado de seguridad significaron "un indudable avance sobre la libertad sexual de la víctima y poseen un claro contenido impúdico desde lo subjetivo".La cuestión planteada por la Sala V es tan compleja que incluso los mismos jueces Garrigós de Rébori, Filozof y Pociello firmaron un fallo muy diferente en un caso aparentemente muy similar.En setiembre de 2006 la Sala V sobreseyó a un gendarme que había besado a una adolescente contra su voluntad: el acusado custodiaba a un amigo de la chica, de 16 años, y en un momento que quedaron a solas "la habría tomado del rostro y dado un beso en la boca".La adolescente no solo hizo la denuncia sino que aportó mails con mensajes de amor del acusado. Fue esto último lo que terminó beneficiándolo ya que para los jueces fueron pruebas de que el beso no había sido "impúdico" sino motivado por un sentimiento válido."Son diferencias sutiles, pero importantes. El gendarme le robó un beso a la chica pero él estaba convencido de que ella le iba a corresponder, fue un error de juicio. En cambio, en el caso del edifico de Libertador, el guardia de seguridad actuó sobre la negativa segura de la joven, sobre su libertad", explicó a Clarín el juez Filozof, que firmó ambas resoluciones judiciales.
Clarín