Cuando mi abuela quería dejar en claro sus dudas sobre las virtudes de alguna señorita solía decir “será pequeña, será lampiña, pero esas mañas no son de niña”.
Seguramente diría lo mismo si viera a la cooperativa eléctrica de Santa Rosa.
Cuando sus principales, y siempre los mismos, dirigentes se saben de memoria los textos de Maquiavelo y los manuales de acción política; y no tienen ni la más remota noción de la Ley de Cooperativas.
Cuando la entidad “solidaria” ha tenido solo esta característica con los familiares y punteros de la orga política que armaron.
Cuando sacudieron hasta el último peso de las arcas para financiar las campañas electorales de Pablo Fernández, Oscar Noceti y Claudia Giorgis.
Cuando fundieron, vaya a saber para qué menesteres, una planta láctea, un Emprendimiento porcino y otros tantos.
Cuando perdieron sumas millonarias a manos de un abogado y dirigente político que “defendía” los intereses de la empresa ante los “invasores” trabajadores.
Si la eterna conducción cooperativista aceptó el auxilio económico del gobierno peronista, si coquetean al extremo de aceptar cargos, a sugerencia del PEP.
Si tenemos en cuenta todo el panorama mínimamente detallado anteriormente: ¿No habrá un dejo de hipocresía entre aquellos que se escandalizaron esta semana porque Juan Carlos Tierno puso “CPE” en sus afiches? ¿No debieran pensar que hubo y hay “inversiones” que sí pueden hacer peligrar la vida de la cooperativa?.
Con la misma rapidez que emitieron comunicados “aclarando” que no tienen acuerdos con nadie (que pertenezca a su fuerza política, obvio), ¿no tendrían que comunicar cómo hicieron un montón de inversiones y actividades que aún hoy son un misterio?
Mi abuela tenía razón: por más pollera tableada que le pongan. Por más chuflines y anteojos intelectuales que la hagan usar. Así le pongan libros de Cortázar bajo la axila izquierda. La CPE hace rato que está más cerca de Wanda Nara y Chachi Tedesco que de una inocente colegiala.
por Abbadon Mazen
Seguramente diría lo mismo si viera a la cooperativa eléctrica de Santa Rosa.
Cuando sus principales, y siempre los mismos, dirigentes se saben de memoria los textos de Maquiavelo y los manuales de acción política; y no tienen ni la más remota noción de la Ley de Cooperativas.
Cuando la entidad “solidaria” ha tenido solo esta característica con los familiares y punteros de la orga política que armaron.
Cuando sacudieron hasta el último peso de las arcas para financiar las campañas electorales de Pablo Fernández, Oscar Noceti y Claudia Giorgis.
Cuando fundieron, vaya a saber para qué menesteres, una planta láctea, un Emprendimiento porcino y otros tantos.
Cuando perdieron sumas millonarias a manos de un abogado y dirigente político que “defendía” los intereses de la empresa ante los “invasores” trabajadores.
Si la eterna conducción cooperativista aceptó el auxilio económico del gobierno peronista, si coquetean al extremo de aceptar cargos, a sugerencia del PEP.
Si tenemos en cuenta todo el panorama mínimamente detallado anteriormente: ¿No habrá un dejo de hipocresía entre aquellos que se escandalizaron esta semana porque Juan Carlos Tierno puso “CPE” en sus afiches? ¿No debieran pensar que hubo y hay “inversiones” que sí pueden hacer peligrar la vida de la cooperativa?.
Con la misma rapidez que emitieron comunicados “aclarando” que no tienen acuerdos con nadie (que pertenezca a su fuerza política, obvio), ¿no tendrían que comunicar cómo hicieron un montón de inversiones y actividades que aún hoy son un misterio?
Mi abuela tenía razón: por más pollera tableada que le pongan. Por más chuflines y anteojos intelectuales que la hagan usar. Así le pongan libros de Cortázar bajo la axila izquierda. La CPE hace rato que está más cerca de Wanda Nara y Chachi Tedesco que de una inocente colegiala.
por Abbadon Mazen