jueves, 22 de noviembre de 2007

Ximena Vicario dará hoy una charla


Una de las nietas restituidas por la asociación que conduce Estela Carlotto llegó ayer a nuestra ciudad. Mañana viajará a General Pico. “Es difícil reconstruir la imagen de mis padres”, dijo. “Yo desaparecí con mi mamá, el 5 de febrero de 1977, cuando tenía ocho meses”, comienza a relatar Ximena Vicario, una joven de 31 años que estudia veterinaria y trabaja en Buenos Aires. Apenas empieza a conversar con LA ARENA, interrumpe para pedir algo para comer en un bar cerca de la Terminal de Omnibus. Ha sido un viaje muy agotador hasta Santa Rosa. La entrevistada es muy extrovertida y dice todo rápidamente. Traza perfiles de los pampeanos, los cordobeses y los porteños y hace reír a la cronista y el fotógrafo, hasta que se decide por un menú, después de doce horas de esperas y corridas. Desde la mesa puede verse el mural, que acaba de inaugurarse en homenaje a los 30 años de lucha de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, en el marco de un ciclo de actividades organizadas por la Red por el Derecho a la Identidad, la Cooperativa Popular de Electricidad y la Dirección de Cultura Municipal. En el acto, estuvo presente Ximena y compartió unas palabras con el público que se reunió para conocer la obra, emplazada frente a las plataformas de los colectivos y realizada por los artistas plásticos Adriana Muñoz, Romina Muñoz, Darío “Tiki” Eyeramonho y “Bocha” Sombra. La joven tendrá hoy a las 10 una charla con alumnos de Polimodal en el Teatro Español y mañana viajará a General Pico.Denuncia. Ximena nació el 12 de mayo de 1976 en Rosario. Cuando secuestraron a sus padres, estaban por viajar a España, debido a la difícil situación política y económica que atravesaba la Argentina, relató. “A mí mamá, la detuvieron conmigo cuando estaba realizando el trámite del pasaporte, que sólo podía hacerse en aquel entonces en la Jefatura de Policía de Capital Federal”, dijo. El mismo día, se llevaron a su papá, que se había quedado en Santa Fe. Tiempo después la niña fue adoptada en Buenos Aires. “Nunca supimos nada de ellos y mi familia no tuvo noticias mías hasta 1983, cuando Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia anónima”. Es entonces que comenzó para Ximena un extenso proceso judicial. “Mi familia había conseguido la adopción plena, que implica perder totalmente el contacto con la familia biológica. En ese momento en el país, esa figura no se anulaba y tampoco se daba a cualquiera. Fue un error del juez que la cedió, conociendo mi historia”. A Ximena, siempre le habían dicho que había sido adoptada y el contacto con sus abuelos y tíos fue vivido como algo natural. “Ellos venían de visita a mi casa y salíamos de paseo”. La Justicia determinó en 1989, que se mudara a la casa de su abuela. Tenía catorce años y había pasado tres viviendo tres días por semana en Rosario y otros tres, en Buenos Aires. El proceso llevó tiempo y sentó precedentes porque la adopción fue anulada. “Recién en 1992, me restituyeron los documentos que yo tenía antes del 5 de febrero de 1977”. No tuvo más contacto con su familia adoptiva. – ¿Cómo viviste ese proceso de cambios mientras eras una adolescente?- No estaba cómoda. Después de muchos años, pude lograr charlar con todas las partes que intervinieron en el asunto, ver los errores y preguntarles si alguna vez pensaron en mí. Yo me sentí totalmente tironeada por mi familia adoptiva, por mi familia biológica, por las Abuelas, por la Justicia y por la prensa. Me ayudó mucho mi psicóloga. Ximena asegura que es muy difícil construir una imagen de sus papás. “Los quiero a través de relatos, anécdotas y por lo que querían para mí, pero no conocí su voz, ni cómo se movían. Ese es un recuerdo que no tengo”. Acerca de la familia que la adoptó, nunca pudo demostrarse si estaba en conocimiento de que era hija de desaparecidos. “Supuestamente no sabían, nunca se les pudo comprobar nada y salieron sobreseídos muchos años después”.

la arena