jueves, 22 de noviembre de 2007

Derechos Humanos sí, soberbia no


Los 30 años de labor de las Abuelas de Plaza de Mayo han motivado diversos actos oficiales y de ONGs vinculadas a los Derechos Humanos, en los cuales recibieron merecidos homenajes por el trabajo realizado a lo largo de tres décadas.

Días atrás estuvo una de las Abuelas más representativas y viajeras, Buscarita Roa, en La Pampa, una vez más, brindando charlas y manteniendo contactos fluídos con representantes sociales de distintos estamentos.

La propia Buscarita reconocía, a través de una entrevista radial con "La Campana", que había sido fundamental en la búsqueda de los nietos la difusión de la lucha, a modo de ejemplo citaba el éxito televisivo de "Televisión por la Memoria".

Es por eso incomprensible la actitud belicosa que demostró Jimena Vicario (foto), nieta recuperada en los primeros años de democracia, hacia los medios de comunicación pampeanos. En un primer, y probablemente único contacto radial, se quejó de que la producción de nuestro programa de radio se atreviera a llamarla a ¡las ocho de la mañana!, considerando que era muy temprano para que fuera molestada.

Posteriormente invitó a los periodistas que fueron a cubrir su charla para estudiantes santaroseños a que esucharan la misma, si querían saber lo que pensaba, porque no haría ninguna declaración.

Evidentemente no tiene ninguna obligación a responder requisitorias periodísticas, pero sí tiene que sentirse obligada a difundir, aunque sea por respeto a Abuelas y a las instituciones que hicieron un importante esfuerzo por traerla, la tarea titánica que realizan estas señoras y que hasta la fecha permitieran que casi noventa jóvenes recuperaran la identidad de la que habían sido privados por los secuestradores de sus padres, principalmente.

La sociedad argentina tiene una deuda importante con estos hijos y nietos de desaparecidos y asesinados por los sicarios de la última dictadura, pero el camino para lograr la adhesión y el acompañamiento social, al menos consensuado, nunca es a través de la soberbia ni de actitudes autoritarias.

Tal vez Jimena debiera volver a leer la historia de Abuelas de Plaza de Mayo y comprender el porqué de la consideración y el respeto del que gozan estas señoras, no solo a nivel nacional, sino en todo el mundo. Seguramente no es por manejarse prepotentemente ante los medios de comunicación ni por menospreciar a los habitantes del interior del país. Más aún, cuando la mayor parte de los trabajadores de los medios de comunicación queremos ayudar a difundir la campaña loable que llevan adelante las Abuelas.

Adrián Medina