lunes, 22 de octubre de 2007

REPUDIO

“La peor opinión es el silencio” decía una frase acuñada hace más de una década por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. Pasaron los años y la frase sigue vigente.
Durante el acto de cierre de campaña de FREPAM, en Santa Rosa, un grupo de simpatizantes de esta alianza hicieron alarde de su intolerancia y atacaron a un equipo de Canal 3 que intentó cubrir el evento.
Por más que algunos callen, es el momento de aclarar que no es el primer intento de coartar el trabajo de periodistas y camarógrafos de la emisora estatal por parte de dirigentes y militantes de esta fuerza, durante la campaña electoral del año en curso.
En ocasión de reunirse profesionales de esta coalición en una escuela, hace un par de semanas, impidieron el trabajo de un equipo del mismo canal.
Cuando se realizó el remate anual de la firma Gaccio, el firmante de esta nota intentó hacerle una entrevista al candidato Juan Carlos Marino y recibió un no rotundo y discriminatorio de parte del todavía senador nacional, que utilizó como argumento la pertenencia del suscripto a Canal 3.
Marino mentía el viernes pasado, cuando atribuyó a un hecho de censura de Canal 3 la ausencia de equipos periodísticos de la emisora en la conferencia de prensa que brindó el candidato a vicepresidente de Lavagna, Gerardo Morales. La verdad es que no invitaron a Noticiero 3 a la conferencia.
Cuando se avecina una nueva fiesta democrática, permítanme calificar así al comicio del próximo domingo, es necesario desenmascarar a algunos fantoches que vociferan ser los más democráticos de la Argentina.
Seguramente, como ya sucedió en varias oportunidades, este ataque a la libertad de trabajo de los periodistas de Canal 3 pasará desapercibido. Las fuerzas políticas opositoras mirarán para el otro lado. El sindicato que supuestamente agrupa a los periodistas de la zona sur (SIPREN) justificará el ataque, como ya lo hizo en otras oportunidades, por la “línea editorial que imprime el gobierno a su canal”, y seguirá tratando de imponer la política de programación de C3, y no hará lo que debe hacer: defender a los trabajadores.
Es hora de que Juan Carlos Marino diga la verdad. No solo miente cuando habla de supuestos triunfos que lograría el 28 de octubre, sino que miente cuando habla de censuras. La verdad es que él discrimina, no solo a través de sus colaboradores, sino que lo hace directamente, haciendo gala de un autoritarismo pocas veces visto en el partido fundado por Alem.
Aunque no sirva de mucho, quiero expresar solidaridad a mis compañeros de trabajo. Algún día dejaremos de ser considerados periodistas de segunda por trabajar en el canal del estado. O por tener determinada ideología, no solo política sino de vida.
No puedo evitar preguntarme: ¿Los seudo-progres pampeanos distraerían su atención si este mismo hecho se hubiera producido en un acto peronista contra trabajadores de “La Arena”, “El Diario”, “El Fisgón”, “La Reforma” o “Lumbre”? ¿No estaremos ante un flagrante caso de discriminación ideológica? ¿Por qué ante otros casos salen a repudiar aprietes a la prensa casi al instante, y cuando se trata de trabajadores de Canal 3 no? Cabe aclarar que este accionar también lo sufren quienes desempeñan sus tareas en LU33.
A los sindicatos, a los diputados que tanto se interesaron por la ley de la sociedad de estado, a los dirigente políticos, y a los otros medios de comunicación, a todos los que se preguntaron ¿Qué Canal queremos? Y ¿a dónde va el Canal?, la respuesta es simple, con defensores como ustedes los trabajadores sabemos donde vamos: a la mierda.
Adrián Medina