lunes, 22 de octubre de 2007

30 años de las Abuelas


Hace 30 años, el 22 de octubre de 1977, nacía lo que hoy se conoce como Abuelas de Plaza de Mayo, aunque su primer nombre fue otro. Lo más destacado de esta historia de lucha y esperanza fue la decisión de estas abuelas de buscar a sus nietos. Algunos habían desaparecido junto a sus papás cuando éstos fueron secuestrados, otros nacieron durante el cautiverio de su madres detenidas desaparecidas en los centros clandestinos de detención, y todos fueron víctimas del terrorismo de Estado. Esta política de sustracción de menores, hijos de desaparecidos, formó parte de un plan sistemático de apropiación ilegal y sustitución de identidad de estos niños y niñas.
El proyecto de la dictadura era “desaparecer” a miles de militantes y ciudadanos comprometidos política y socialmente con los intereses populares, terminar con todo tipo de oposición a su proyecto político de implantar una política económica neoliberal que sirviera para atacar los intereses nacionales y las bases del Estado de bienestar que aún subsistía en el país. En palabras de Martínez de Hoz: “Hemos venido a dar vuelta una página de nuestra historia...”
Pero no todo quedaría allí, además habían pergeñado la idea que los hijos de estos luchadores sociales no podían volver a sus familias biológicas, porque se corría “el riesgo” que fueran como sus padres; personas sensibles y solidarias comprometidas en defensa de las causas justas. Para estos potenciales “enemigos” ellos habían imaginado otro destino; arrancarlos de sus familias biológicas y cambiarles sus identidades. Así sucedió que fueron dados en adopción de buena fe, en algunos casos, y en otros -la mayoría- directamente a familias de militares, de fuerzas de seguridad, familias con poder vinculadas a la represión ilegal o directamente a integrantes de los Grupos de tareas que se dedicaban a secuestrar, torturar y asesinar a sus víctimas y, además, a robarles sus hijos como “botín de guerra”.
Contra toda esta maquinaria montada desde el propio Estado salieron a la calle a reclamar la Abuelas de Plaza de Mayo: a las autoridades del gobierno dictatorial, a dignatarios de la Iglesia, a integrantes de la Justicia, a distintas autoridades militares y de fuerzas de seguridad, a representantes de diferentes Embajadas, etc. Donde había una puerta que golpear allí iban las Abuelas con los pocos datos que tenían sobre sus nietos, o con alguna foto del menor buscado que ellas atesoraban como lo único que les quedaba, buscando ayuda para encontrarlos.
Las Abuelas nacieron como organización del seno de las Madres de Plaza de Mayo para dedicarse a la búsqueda de sus nietos en plena dictadura, recordemos que dos meses después de haberse conformado fueron secuestradas varias Madres y las monjas francesas en diciembre de 1977, días antes de publicar una solicitada pidiendo conocer el destino de los desaparecidos.
Nuestro homenaje es recordar su lucha y continuar con la búsqueda de los cientos de chicos -hoy adultos- que aún continúan con su identidad cambiada. Nosotros, los pampeanos, tenemos esta tarea pendiente hasta que aparezcan el hijo o hija de Lucía Tartaglia, y el hijo o hija de Carlos Orzaocoa.
Como dijera Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo: “Cada caso es un triunfo de la verdad contra la mentira. Nos faltan muchos nietos. Nos faltan la verdad y la justicia plenas, pero mientras caminamos cada vez falta menos”.