lunes, 22 de octubre de 2007

Qué bronceados


Hasta Víctor Hugo Morales, durante su relato radial de Boca-Estudiantes, cayó en la tentación: "Hoy a la noche llegan Los Pumas, habrá fiesta en Ezeiza". El histórico tercer puesto de Argentina en el Mundial pegó en todos los rincones del país, hasta obligó a cambiar de horario el superclásico River-Boca el día de cuartos contra Escocia. ¿Se acuerdan? Y Tatá no se equivocó: hubo fiestón anoche en el aeropuerto, cuando la mayor parte del plantel de bronce regresó de Francia.Yendo hacia Ezeiza se advertía que la movida era grossa. Muchos autos embanderados rumbo al encuentro ansiado. El avión tocó pista a las 22 y pocos minutos después la delegación (sin Pichot, Hernández y Felipe Contepomi, que seguían en Francia) apareció en el salón donde esperaban los medios. Aún vestida de traje y con la medalla de bronce al cuello, parecía una barra brava en su pico de éxtasis. Pocas preguntas, vértigo y perdón, muchachos... Después de más de dos meses afuera, entre gira previa y Copa del Mundo, el plantel quería ver enseguida a su familia, amigos e hinchas.Los familiares fueron la segunda escala en el recibimiento. Afuera esperaban unas 600 personas de todas las edades, con camisetas de Los Pumas, de clubes de rugby, de Las Leonas, de la Selección de fútbol... Cuando asomó el equipo explotó el clima. Y los jugadores devolvieron el cariño de la bienvenida agarrando banderas y bombos de la gente para celebrar en comunión. "El que no salta es un francés", fue el hit número 1 en la terminal A. "Que esta banda quilombera, no te deja de alentar..." sonó fuerte también. Los rugbiers se mostraban sorprendidos por lo que habían generado y por semejante recibimiento.El aeropuerto le quiso dar una sorpresa a la Selección y a la salida esperaba un ómnibus descapotable con la idea de hacer caravana desde Ezeiza hasta la sede de la UAR, cerca del Obelisco. "Vamos despacio, el bronce pesa. Gracias Pumas por hacer un imposible", decía el micro. Pero la caravana se frustró. No estaba planeado y los jugadores regresaron a casa con los suyos, cada uno por su lado, como tenían pensado. Ya habrá tiempo para seguir festejando.

olé