Que en un proceso electoral siempre habrá ganadores y perdedores, entre quienes se presentan a luchar por cargos, no es un secreto. Tampoco lo es que el electorado siempre ganará, en la medida que tenga la posibilidad de elegir sus representantes.
Pero en los últimos comicios pampeanos comienzan a aflorar vicios y miserias de varios de los denominados “dirigentes” partidarios.
Es incomprensible que la primera crítica a la que recurrieron Juan Carlos Scovenna y Delia Gette, cuando se enteraron que habían hecho tan mala elección que ni siquiera les alcanzaban los votos para acceder al escaño anhelado, según el mínimo número de votos que marca la Constitución Provincial. Lo curioso es que ambos se molestaron con las autoridades de la Junta Electoral, por hacer cumplir lo que marca la Constitución de La Pampa. ¡Menos mal que son diputado provinciales!
Causó sorpresa, y luego risas, la actitud soberbia de Juan Carlos Marino, uno de los grandes perdedores del último domingo. El jefe de los radicales pampeanos no casualmente es uno de los dos senadores nacionales más marinistas, sino que desplegó un abanico de mañas dignas del mote que carga: distribuyó boletas presidenciales truchas; mintió a propios y a extraños sobre los guarismos ganadores que le habrían adjudicado “encuestadoras serias” a las que habría recurrido; no economizó aprietes y compra de votos a los largo del territorio provincial; lejos, gastó muchísimo más dinero en publicidad que sus contrincantes, incluído el oficialismo; aplicó una política de alianzas sospechosas, que incluyeron la participación en la interna peronista (apoyando a Marín) y su correlato en la elección general (recibiendo votos de Marín). Para muestra un botón: juran intendentes radicales, que pasado el mediodía del domingo 28 recibieron el llamado del senador marinista (de Marino, obvio) asegurándoles que tenía encuestas y bocas de urna que le daban un amplio triunfo, y citándolos en el comité central a una determinada hora, para festejar. Viejos zorros, los intendentes no aparecieron por el lugar de la cita, tampoco su aliado marinista (Marín, obvio), para compartir el llanto de los fracasados.
Hablando de fracasados, no pasó desapercibido para nadie el humor de conspicuos simpatizantes del veterano senador nacional por el justicialismo. El lunes tenían más furia que los militantes del FREPAM y la Coalición Cívica juntos, por la contundente derrota.
Solo faltaba la declaración de algún dirigente que diera cuenta de la ¿”Triple Alianza”? que hubo entre los perdidosos de la interna del 1 de julio pasado y Juan Carlos Marino, hoy lo hizo Claudio García, y seguramente alguien más se animará en los próximos días a desnudar la verdad indiscutida: los “marinistas”, “marinos”, o como quiera llamarlos van 0-2 en el tanteador.
Abbadón
Pero en los últimos comicios pampeanos comienzan a aflorar vicios y miserias de varios de los denominados “dirigentes” partidarios.
Es incomprensible que la primera crítica a la que recurrieron Juan Carlos Scovenna y Delia Gette, cuando se enteraron que habían hecho tan mala elección que ni siquiera les alcanzaban los votos para acceder al escaño anhelado, según el mínimo número de votos que marca la Constitución Provincial. Lo curioso es que ambos se molestaron con las autoridades de la Junta Electoral, por hacer cumplir lo que marca la Constitución de La Pampa. ¡Menos mal que son diputado provinciales!
Causó sorpresa, y luego risas, la actitud soberbia de Juan Carlos Marino, uno de los grandes perdedores del último domingo. El jefe de los radicales pampeanos no casualmente es uno de los dos senadores nacionales más marinistas, sino que desplegó un abanico de mañas dignas del mote que carga: distribuyó boletas presidenciales truchas; mintió a propios y a extraños sobre los guarismos ganadores que le habrían adjudicado “encuestadoras serias” a las que habría recurrido; no economizó aprietes y compra de votos a los largo del territorio provincial; lejos, gastó muchísimo más dinero en publicidad que sus contrincantes, incluído el oficialismo; aplicó una política de alianzas sospechosas, que incluyeron la participación en la interna peronista (apoyando a Marín) y su correlato en la elección general (recibiendo votos de Marín). Para muestra un botón: juran intendentes radicales, que pasado el mediodía del domingo 28 recibieron el llamado del senador marinista (de Marino, obvio) asegurándoles que tenía encuestas y bocas de urna que le daban un amplio triunfo, y citándolos en el comité central a una determinada hora, para festejar. Viejos zorros, los intendentes no aparecieron por el lugar de la cita, tampoco su aliado marinista (Marín, obvio), para compartir el llanto de los fracasados.
Hablando de fracasados, no pasó desapercibido para nadie el humor de conspicuos simpatizantes del veterano senador nacional por el justicialismo. El lunes tenían más furia que los militantes del FREPAM y la Coalición Cívica juntos, por la contundente derrota.
Solo faltaba la declaración de algún dirigente que diera cuenta de la ¿”Triple Alianza”? que hubo entre los perdidosos de la interna del 1 de julio pasado y Juan Carlos Marino, hoy lo hizo Claudio García, y seguramente alguien más se animará en los próximos días a desnudar la verdad indiscutida: los “marinistas”, “marinos”, o como quiera llamarlos van 0-2 en el tanteador.
Abbadón