Cuando aún no se han acallado los festejos y la euforia por el contundente triunfo de Cristina Fernández, el kirchnerismo observa con preocupación el traspié sufrido en Córdoba. Pero libera de culpas al gobernador electo Juan Schiaretti y al senador nacional Roberto Urquía, los dirigentes que asumieron la responsabilidad de ponerse al frente de la campaña y no pudieron revertir el panorama adverso hacia el oficialismo. Los K apuntan sus cañones contra el gobernador saliente José Manuel de la Sota a quien acusan de haber apoyado a Alberto Rodríguez Saá. Dos voceros de la Casa Rosada admitieron a este diario que con la estrategia de las dos canastas (respaldo del delasotismo y del juecismo) hecha añicos en las semanas previas a los comicios presidenciales, la apuesta a un acercamiento al sucesor de De la Sota (también al intendente electo de Córdoba, Daniel Giacomino) fue más un acto de desesperación que una estrategia planificada. De este modo, los kirchneristas tratan de acotar las responsabilidades de Schiaretti en la derrota. El gobernador electo se puso al frente de la campaña 10 días antes de las elecciones, cuando la Justicia electoral lo oficializó como el próximo gobernador, en el preciso momento en que De la Sota tomaba distancia del Gobierno nacional. Casi sin reproches. También hay más reconocimiento que reproches para Urquía, quien asumió el desafío de encabezar la lista de diputados nacionales por un pedido expreso de la primera dama, luego de la polémica por el escrutinio provincial. “Cristina reconoce a cada momento la actitud de Roberto de haber aceptado dejar la comodidad del Senado para ayudar en un momento difícil. Hizo lo que pudo, en un escenario muy adverso, con De la Sota jugando en contra. Además, estaba la polémica por las elecciones del 2 de setiembre”, comentan en los pasillos del poder K. Allegados a Urquía reconocieron que dos ministros nacionales lo llamaron para agradecer su participación en la campaña y para levantarle el ánimo luego de la derrota. Si el reconocimiento al empresario significará alguna propuesta para integrar el Poder Ejecutivo en la futura gestión de la primera dama, es algo que nadie se anima a confirmar, pero tampoco a desmentir. Sin embargo, el propio Urquía había desalentado la posibilidad de ocupar algún cargo en el Ejecutivo nacional. Otra fuente del Gobierno nacional se animó a pronosticar que posiblemente Urquía continúe en el Senado, ya que la próxima presidenta necesita hombres de su confianza en la Cámara Alta, teniendo en cuenta que varios de sus incondicionales ocuparán otras responsabilidades desde el 10 de diciembre. Son los casos de Jorge Capitanich (gobernador electo del Chaco) y Maurice Closs (gobernador electo de Misiones). También es posible que María Laura Leguizamón y Nicolás Fernández pasen al Ejecutivo. Hay otro dato político que abona la versión de la permanencia del empresario en el Senado. Si va a Diputados, su reemplazante será Herman Olivero, un delasotista paladar negro, quien seguramente será resistido por los K, luego del distanciamiento con el gobernador de Córdoba. Los funcionarios que aceptaron hablar con este diario, en estricto off de record, coincidieron en asegurar que la derrota no sorprendió en la Casa Rosada, ya que Córdoba se convirtió en un territorio políticamente adverso, desde que el “díscolo” De la Sota y el “rebelde” Juez, según calificación del estricto diccionario K, rompieron con el poder central. Aunque los funcionarios nacionales admitieron que esperaban una mejor cosecha de votos, luego de los dos desembarcos de Cristina en la Capital provincial, en los últimos 10 días de campaña. Con la derrota consumada y Córdoba convertida junto a la Capital Federal y San Luis, en las únicas islas que emergieron sobre el poder K, De la Sota encabeza la lista de los cuestionamientos, cargados de resentimiento, en la Casa Rosada. “No es cierto que no participó. Jugó para Rodríguez Saá, especialmente en la Capital”, refunfuñan en la intimidad los voceros kirchneristas. Urquía, en declaraciones radiales formuladas ayer, deslizó alguna preocupación por el resultado en Capital y remarcó que la performance del PJ en este distrito fue “muy débil”. También admitió que el justicialismo “ha retrocedido” en la ciudad de Córdoba, el bastión de Juez. Contra Juez. A propósito, el intendente Juez tampoco se salva de la bronca oficialista, aunque los kirchneristas se encargan de dejar alguna puerta abierta para volver a entablar contactos con el líder del Frente Cívico. “Había un límite. Que no jugara para otro candidato. Más allá de que cuestionó a Cristina, creemos que no desvió votos para Carrió ni para otro candidato”, resumen los hombres K cuando hablan del intendente capitalino, a quien le reconocen el liderazgo político del sector social que resiste al delasotismo en la provincia.
la voz del interior