Después de más de tres años de haber estado en un potente freezer, las relaciones entre el matrimonio presidencial y el Episcopado comienzan a mostrar tenues señales de descongelamiento. Pruebas al canto: la cúpula del Episcopado -encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio- le envió ayer una carta de felicitaciones a la presidente electa, Cristina Fernández de Kirchner, por su triunfo en los recientes comicios.La carta -aunque sobria- fue bien recibida en medios kirchneristas. Calificados observadores del quehacer eclesiástico la consideraron, incluso, uno de los pasos previos a un encuentro de la conducción del Episcopado con la presidenta electa. Esto permitiría rehabilitar el diálogo entre las cabezas del Gobierno y la Iglesia, ya que Néstor Kirchner no dialoga con Bergoglio desde agosto de 2004.El envió de la misiva se inscribe en una secuencia de gestos entre el Gobierno y la Iglesia para recomponer el vínculo. De hecho, Clarín había anticipado el miércoles el agrado que produjeron en el Episcopado tanto el discurso conciliador que pronunció Cristina la noche de su triunfo, como la ratificación de su oposición al aborto, que hizo el último día de la campaña a través de declaraciones radiales.Curiosamente, ni el Gobierno ni la Iglesia confirmaron la carta. Ambos utilizaron un argumento similar. "Las cartas son de los que la reciben", dijo una fuente de la Iglesia a este diario. "No difundimos las cartas que recibimos", señalaron en el despacho de Cristiana en el Senado, donde fue entregada. Tantos escrúpulos no hacen otra cosa que confirmar lo sensible que es la relación.Clarín pudo establecer que en la nota no sólo se felicita a la presidente electa, sino que se comprometen oraciones por el éxito de su gestión. Además de Bergoglio, firman la carta los vicepresidentes del Episcopado, Luis Villalba (arzobispo de Tucumán) y Agustín Radrizzani (obispo de Lomas de Zamora), y el secretario general, Sergio Fenoy (obispo de San Miguel).Los futuros pasos en la relación podrían ir tomando forma, por el lado de la Iglesia, la semana que viene cuando, entre el lunes y el viernes, sesione el último plenario de obispos, en Pilar. No se descarta que allí se decida pedir una audiencia a la mandataria electa. También podrían redactar una declaración post-comicial cuyo tono sería procesado con lupa por el Gobierno.El jueves pasado, Cristina había dicho: "Siempre me definí contra el aborto, aunque tampoco creo que nadie esté a favor. No creo que quienes abogan por su despenalización lo estén. Eso sería una simplificación. Mi postura fue siempre clara en ese tema". La Iglesia ansiaba una definición clara del oficialismo acerca de un tema tan sensible.Y el domingo a la noche, afirmó: "Quiero convocar a todos los argentinos, a los que me han votado y a los que no. Quiero convocarlos sin rencores ni odios, incluso a quienes me agraviaron. Y a ellos también tenderles la mano, porque es necesario reconstruir el tejido social". Los obispos le critican a su marido su estilo confrontativo y la escasa disposición al diálogo.Las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia siempre fueron complicadas y, por momentos, muy tensas. La Casa Rosada, con frecuencia, se quejó a media voz por lo que considera una falta de reconocimiento del Episcopado hacia los logros de Kirchner en materia económica y social a su política de derechos humanos. Y tomó como críticas las homilías de Bergoglio.Ahora, parecen soplar nuevos aires. Sectores del kirchnerismo vienen haciendo discretas gestiones para que Cristina se reúna con Bergoglio. Paralelamente, promueven un encuentro con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, durante su visita al país, la semana que viene, para encabezar la beatificación de Ceferino Namuncurá.
clarín