Darío Hernán Sarasola (58), el achense que recibió la herencia del millonario hacendado Rufino Otero (cuyo cuerpo fue robado del cementerio de General Acha y cuyos bienes reclama Eva Paole la mujer que asegura ser hija de Otero) murió ayer en el Hospital Alemán de Capital Federal.Según trascendió, Sarasola fue operado el día lunes (arrastraba una grave enfermedad que afectó el páncreas) en el Hospital Alemán, ubicado en la avenida Pueyrredón, en el barrio de Recoleta. Y no se pudo recuperar de esa intervención, en la que los médicos no pudieron realizar las maniobras quirúrgicas proyectadas previamente.La noticia de la muerte de Sarasola corrió rápidamente. Su persona, después de la publicación el día 29 de septiembre de El Diario sobre los sorprendentes avances en la investigación del robo del cadáver de Rufino Otero y el cambio (supuesto) por el de Alberto Salvini, estuvo en el ojo de la tormenta.En la ciudad de General Acha, las radios dieron la noticia en las primeras horas del día. Y rápidamente llegó a Santa Rosa. La muerte de Sarasola se produjo cerca de las 6 de la mañana. Lo acompañaban en el hospital Alemán, su esposa Graciela Cabantoux y sus hijos, Agustina (23 años) y Hernán (17). A pesar que sus padres están enterrados en el cementerio de General Acha, el servicio de sepelio y el entierro se realizaría en la ciudad de Pilar, donde la familia Sarasola reside en el Tortugas Country Club, conocido como “Tortuguitas”, el primer country del país fundado por el español Antonio Mauras (quien compró la reserva San Huberto, hoy Parque Luro, a su primer dueño, Pedro Luro).AcompañamientoDarío Sarasola cosechó fuertes vínculos a partir de su actividad agropecuaria, algunos de índole comercial y otros políticos.Entre sus relaciones y vínculos de amistad está el ex senador nacional y ex secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray. El hijo del dirigente radical, Martín, es ahijado de Darío Sarasola. Este vínculo era anterior a que el achense recibiera la millonaria herencia de Rufino Otero, de manos de la viuda, su tía Elisa Arenaz.También entre sus vínculos, afianzados en los años ’90 (después que recibió la herencia de Otero), Sarasola contaba con periódicas visitas a su campo del ex vicegobernador y diputado nacional Manuel Justo Baladrón. De su vida social en el Tortugas Country -a donde fue a vivir luego de recibir la herencia de don Rufino- también se cuenta el fiscal de la Cámara de Casación Penal y ex fiscal de Morón, Juan Martín Romero Victorica, otro visitante del campo de Sarasola.En los años ’90 por los campos de Sarasola -según testimonios de empleados del lugar- anduvieron la ex esposa de Carlos Menem, Zulema, y su hija Zulemita. También el corredor Silvio Oltra, quien falleció junto a Carlitos Menem en un accidente en helicóptero.El caso OteroRufino Otero amasó un capital millonario. En el año 1983, al momento de su muerte su fortuna se conformaba de 50.000 hectáreas de campo en la zona de Valle Argentino y de Valle Daza (en los alrededores de Utracán y General Acha), unos 13 inmuebles, dos aviones, y unas 5.000 cabezas de ganado (entre vaquillonas, novillos y toros).Sus bienes pasaron a la viuda Elisa Arenaz, quien en el año 1990 (un año antes de su muerte) dejó sus bienes a su sobrino Darío Hernán Sarasola Arenaz.El caso Otero llegó a los medios por el robo del cadáver de Rufino Otero. Este robo se produjo en los últimos días de agosto y los primeros de septiembre de 1999. Entonces, se supo que una mujer Eva Paole (de 64 años por esos días) había presentado el 2 de agosto de 1999 una demanda de filiación por la supuesta paternidad de Rufino Otero y una reivindicación de bienes, es decir, el reclamo de la herencia de Otero, ya en manos de Darío Hernán Sarasola.Por esta reivindicación la justicia ordenó la inhibición de los bienes de Sarasola. Fue una medida que se basaba en la jurisprudencia de la Corte y que sostenía los antecedentes generados por los reclamos de identidad que surgieron luego de la aparición de la técnica del ADN y por las consecuencias jurídicas de las causas por desapariciones de personas durante la Dictadura militar.¿Quien advirtió los daños a la tumba de Otero? Uno de los hijo de Eva Paole, quien pasó por el panteón de los Otero y se dio cuenta que el candado estaba roto. El responsable del panteón, Osmar Fernández, capataz de Omar Otero (sobrino de Rufino) realizó la denuncia policial.El 29 de septiembre de 1999 la justicia comprobó que la tumba fue profanada. Estaba la tapa del nicho rota. Y hubo fuertes indicios que el cuerpo fue robado: apareció un cuerpo desnudo, con un enorme corte (similar al que se hace en una autopsia) y con una cicatriz en el bajo vientre. Rufino Otero fue enterrado vestido, y no le practicaron autopsia, porque murió de muerte natural. El sobrino y médico personal de don Rufino fue testigo de la apertura del cajón: “ese no es Rufino”, dijo.Sin ADNEn la causa penal nunca se hizo el ADN al cadáver impostor. El juez de la causa es Manuel Alvarez y el fiscal de esos años, Pablo Balaguer, quien ahora ya fue designado juez del tribunal de Impugnación Penal.Y nunca se avanzó en investigar el daño de la tumba y el robo del cadáver.En la demanda de filiación de Paole hubo una batalla legal. Recién en diciembre de 2005, la jueza Gabriela Pibotto accedió a realizar un ADN a los cuerpos de los padres de Rufino Otero, Ramón Otero Coya y Justina Portas. Y cotejarlos con Eva Paole y con el cadáver que fue metido en el féretro de Rufino.Los resultados del ADN de la madre de Justina indicaron que ese cuerpo no pertenecía a la dinastía Otero. Pero la cantidad de material genético no fue suficiente para determinar o descartar si Eva Paole era nieta de Ramón Otero Coya y de Justina Portas.Ahora Eva Paole solicitó la realización de nuevos ADN para llegar a la verdad de su identidad. Al mismo tiempo seguirá con sus reclamos de reivindicación de bienes sobre los de los herederos de Darío Sarasola.
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