lunes, 8 de octubre de 2007

Hace 40 años, moría el hombre y nacía el mito



El 9 de octubre de 1967, el suboficial del Ejército boliviano Mario Terán fusiló al guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, dando lugar a uno de los íconos de la izquierda y uno de los personajes más importantes del siglo XX. La historia de un verdugo.
Cuando 40 años atrás el suboficial del Ejército boliviano Mario Terán cerró los ojos y disparó la ráfaga de su carabina M-2 que asesinó a Ernesto Che Guevara, lejos de matarlo, terminó por generar un mito que creció hasta la categoría de ícono universal de las izquierdas en general y en símbolo de la rebeldía. Por esas paradojas de la vida, días atrás médicos cubanos operaron de cataratas a Terán, en un hospital de Santa Cruz de la Sierra, que, para completar el juego del destino, donó Cuba hace un tiempo. "Anciano ya, (Terán) podrá volver a apreciar los colores del cielo y de la selva, disfrutar la sonrisa de sus nietos y presenciar partidos de fútbol. Pero seguramente jamás será capaz de ver la diferencia entre las ideas que lo llevaron a asesinar a un hombre a sangre fría y las de este hombre", fue la reflexión que publicó hace una semana "Granma", el órgano del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC). Otra paradoja es que el Che -muerto el 9 de octubre de 1967- adquirió dimensión casi de santidad entre la gente de ese pueblo de La Higuera, que hace 40 años dio aviso a los militares de su ubicación. "Una vieja mustia, desdentada y sin zapatos llegó hasta el subteniente Mario Huerta. ’Los barbudos se mueven en los matorrales’, denuncia. A mediodía comienza la batalla final. Para las 5 de la tarde, un hombre herido se rinde: ’No disparen... soy el Che. Más valgo vivo que muerto’", relata el historiador boliviano Ricardo Sanjinés, según reseñó la agencia DPA. El capitán Gary Prado Salmón fue el primero en informar de la captura del guerrillero. "Hola Saturno. Tenemos a papá". El mensaje cifrado fue festejado en La Paz por los mandos militares, pero no alcanzaba con la detención. Sin saber que de ese acto echaban a rodar el mito, lo querían muerto. El comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Alfredo Ovando Candia, el lunes 9 de octubre, envió la temida orden: "Saluden a papá". "’Usted ha venido a matarme (...) Póngase sereno, apunte bien’, dijo el Che. Entonces di un paso atrás, hacia la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga", relató Terán. La guerrilla del Che Guevara se desarrolló entre marzo y octubre de 1967 en el sureste boliviano (ver infografía), región que debería servir para expandir un foco guerrillero que permita la liberación de América Latina del llamado dominio capitalista. Fracasó, pero paradójicamente su muerte y su ascenso a la categoría de mito disparó reacciones en cadena en todo el continente (ver enfoque) y por eso mismo, al ver que la imagen recortada del retrato colectivo que tomó el fotógrafo cubano Alberto Korda se reproducía hasta el infinito, la decisión fue esconderlo durante los siguientes 30 años. Para recordar los 40 años del asesinato, en la localidad boliviana de Vallegrande se desarrollará desde mañana y hasta el lunes el segundo Encuentro Mundial del Che Guevara, en el que varios movimientos sociales celebrarán mesas de reflexión, exposiciones fotográficas, muestras de cine y video y marchas para reafirmar "la lucha antiimperialista de los pueblos de América Latina y el mundo". La incógnita es si el presidente de Bolivia, Evo Morales, atareado por conflictos internos, podrá cumplir con su anunciado deseo de participar de la conmemoración. Además, el domingo partirá desde Vallegrande una marcha hacia La Higuera y se organizará un acto en el Pucará, que se extenderá hasta la madrugada del lunes 8. El otro acto central será el mismo lunes, como cada año, en el Memorial Che Guevara de Santa Clara, la céntrica ciudad cubana en la que el guerrillero dirigió la última batalla contra el dictador Fulgencio Batista, y por la que siempre sintió gran apego también por motivos personales, ya que su segunda esposa, Aleida March, es oriunda de allí. Sus restos, junto a los de otros guerrilleros que también perdieron la vida en la fracasada misión boliviana, reposan desde que fueron hallados en una fosa común en la localidad andina de Vallegrande, en 1997, en el mausoleo de Santa Clara, un conjunto monumental que desde su inauguración en diciembre de 1988 recibió ya la visita de casi 2 millones de personas. No se revelaron detalles del acto central, para el que está prácticamente descartada la participación de su amigo y compañero Fidel Castro, convaleciente desde hace 14 meses de una enfermedad no precisada. En su lugar se espera la asistencia de su hermano Raúl, que también fue íntimo de Che.

telam