Con miles de personas congregadas tanto frente al Congreso como en la Plaza de Mayo y entre gritos de "¡Viva la Patria!" en el interior del hemiciclo, Cristina Fernández de Kirchner, se convirtió ayer en la primera mujer en la historia de Argentina que, tras vencer unas elecciones, se convierte en presidenta de la República. En sus primeras palabras Fernández convocó a un gran pacto social al tiempo que reivindicó todos los logros de la gestión de su marido, el presidente saliente Néstor Kirchner. En el mismo tono nacionalista que su marido ha empleado durante cuatro años, advirtió de que el camino al desarrollo es "la defensa irrestricta de los intereses nacionales".
Desde primera hora de la mañana Buenos Aires estaba lista para la jura del sexto presidente argentino -sin contar a los cuatro que en plena crisis se sucedieron en una semana en 2002- desde que en 1983 terminara la dictadura militar. Miles de simpatizantes portando banderas y pancartas se dirigieron en columnas al centro de la capital argentina para celebrar la llegada al poder de Cristina Fernández quien, ataviada con un vestido blanco, juró su cargo poco después de las siete de la tarde de ayer hora española. Minutos después, su marido le entregó la banda y el bastón presidencial y ocupó un lugar a su izquierda ya como ex mandatario.
Fernández reclamó a empresarios, sindicatos y políticos la consecución de un gran pacto social, una de sus principales propuestas de programa y que va a ser necesaria para superar algunos importantes desajustes que padece la economía argentina. La presidenta advirtió a las partes convocadas de que no se dejará utilizar en las negociaciones. "No he venido a ser presidenta de la República para convertirme en gendarme de la rentabilidad de las empresas ni para ser parte de las luchas internas sindicales o políticas", subrayó entre aplausos.
En la tribuna de invitados seguían las palabras de la nueva presidenta los jefes de las delegaciones extranjeras entre los que se encontraba el príncipe de Asturias. Hugo Chávez llegó a tarde a la ceremonia e ingresó en el edificio del Congreso cuando Fernández ya había jurado como presidenta. También destacó la presencia del uruguayo Tabaré Vázquez cuyo gobierno mantiene un duro enfrentamiento con Argentina por la puesta en marcha de una papelera en la frontera fluvial entre ambos países. Tabaré apenas permaneció ayer cuatro horas en Buenos Aires. Fernández se dirigió a él directamente durante su discurso y, aunque le aseguró que ella no hará ningún gesto que contribuya a ahondar las divisiones, inmediatamente después acusó a Uruguay de haber violado con la papelera un tratado bilateral forzando así que Argentina acuda al Tribunal de La Haya.
"Espero que al final de mi mandato los juicios puedan ser terminados", subrayó en referencia a los procesos contra torturadores de la dictadura militar (1976-1983) que han sido reactivados después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 2005, uno de los mayores hitos en la política de derechos humanos de su marido. "Se lo debemos a las víctimas, a sus familiares y a los sobrevivientes que no pueden estar sometidos a la permanente tortura del relato de los hechos. Y también se lo debemos a las Fuerzas Armadas para que se pueda separar la paja del trigo y podamos todos los argentinos mirarnos a la cara". Precisamente ayer apareció muerto en su celda por causas naturales Héctor Febres, procesado por crímenes en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), quien mañana debía haber escuchado el veredicto condenatorio.
Néstor Kirchner escuchó atentamente a su mujer cuando ésta le recordó que, en 2003, él llegó al poder "con más desocupados que votos". Fernández apuntó además que el 22% total de votos que consiguió su marido es la diferencia que ella le ha sacado a la oposición en las presidenciales de octubre. Ante las expresiones de duda de algunos asistentes que no sabían si aquello era un elogio al ya ex presidente o no, Fernández subrayó: "las convicciones del presidente son las mías".
Fernández reclamó a empresarios, sindicatos y políticos la consecución de un gran pacto social, una de sus principales propuestas de programa y que va a ser necesaria para superar algunos importantes desajustes que padece la economía argentina. La presidenta advirtió a las partes convocadas de que no se dejará utilizar en las negociaciones. "No he venido a ser presidenta de la República para convertirme en gendarme de la rentabilidad de las empresas ni para ser parte de las luchas internas sindicales o políticas", subrayó entre aplausos.
En la tribuna de invitados seguían las palabras de la nueva presidenta los jefes de las delegaciones extranjeras entre los que se encontraba el príncipe de Asturias. Hugo Chávez llegó a tarde a la ceremonia e ingresó en el edificio del Congreso cuando Fernández ya había jurado como presidenta. También destacó la presencia del uruguayo Tabaré Vázquez cuyo gobierno mantiene un duro enfrentamiento con Argentina por la puesta en marcha de una papelera en la frontera fluvial entre ambos países. Tabaré apenas permaneció ayer cuatro horas en Buenos Aires. Fernández se dirigió a él directamente durante su discurso y, aunque le aseguró que ella no hará ningún gesto que contribuya a ahondar las divisiones, inmediatamente después acusó a Uruguay de haber violado con la papelera un tratado bilateral forzando así que Argentina acuda al Tribunal de La Haya.
"Espero que al final de mi mandato los juicios puedan ser terminados", subrayó en referencia a los procesos contra torturadores de la dictadura militar (1976-1983) que han sido reactivados después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 2005, uno de los mayores hitos en la política de derechos humanos de su marido. "Se lo debemos a las víctimas, a sus familiares y a los sobrevivientes que no pueden estar sometidos a la permanente tortura del relato de los hechos. Y también se lo debemos a las Fuerzas Armadas para que se pueda separar la paja del trigo y podamos todos los argentinos mirarnos a la cara". Precisamente ayer apareció muerto en su celda por causas naturales Héctor Febres, procesado por crímenes en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), quien mañana debía haber escuchado el veredicto condenatorio.
Néstor Kirchner escuchó atentamente a su mujer cuando ésta le recordó que, en 2003, él llegó al poder "con más desocupados que votos". Fernández apuntó además que el 22% total de votos que consiguió su marido es la diferencia que ella le ha sacado a la oposición en las presidenciales de octubre. Ante las expresiones de duda de algunos asistentes que no sabían si aquello era un elogio al ya ex presidente o no, Fernández subrayó: "las convicciones del presidente son las mías".
el país (españa)