martes, 2 de octubre de 2007

Un tornado arrasó con campos en la zona rural de El Destino


La naturaleza descargó toda su furia en la zona rural del paraje El Destino. Un tornado tiró pinos, caldenes y olmos, destrozó un tanque de agua, voló el techo de una casa y hasta provocó rajaduras en una vivienda. Todo, en solo unos diez minutos y en un tramo de al menos 10 kilómetros de largo y mil metros de ancho, a ambos lados de la ruta provincial 10.Jerónimo García Fiorucci estuvo casi en el ojo del tornado. García Fiorucci es propietario del campo La Maternidad, ubicado entre Luan Toro y Winifreda, en proximidades al almacén El Destino, a unos 65 kilómetros al noroeste de Santa Rosa. “Casi no vivo para contarla”, dice a LA ARENA.El productor rural –quien está casado, tiene un nene de 4 años y reside en Santa Rosa– vio cómo se formó el tornado a solo unos 500 metros de su casa y cómo avanzó arrasando con todo a su paso de norte a sur. Justo empezó a golpear en los corrales del campo, donde hay una manga y una balanza para pesar vacunos.“Eran las 10 de la mañana y estaba solo en la casa. Por la ventana se veía una tormenta avanzar del norte hacia el sur. Parecía una tormenta más”, dice. “Pero volví a mirar por la ventana y vi que el cielo se empezaba a oscurecer. No sólo eso: las nubes empezaban a retorcerse y a subir y bajar rápidamente. En un segundo, se formó el famoso embudo del tornado. Quise correr para el aljibe, para refugiarme. Pero voló un tanque de 2.500 litros y no me dio tiempo de salir. Vi cómo el tornado golpeaba en el piso y volvía a subir y volvía a bajar. Pareció rodear la casa”, explica.Inmediatamente, volaron al menos dos chapas de la casa. Y se empezó a despegar el machimbre del comedor. “La casa estaba a oscuras y llena de tierra. Todo temblaba. No sabía qué hacer y decidí meterme debajo de un escritorio para intentar protegerme”, explica.Como Hollywood.Nora González estaba atendiendo el almacén de El Destino, a unos 10 kilómetros al este del campo de García Fiorucci. “Vimos el tornado y decidimos agarrar los nenes, y salir a toda velocidad en la camioneta para Winifreda”, sostiene. “Nunca habíamos visto algo igual”.Graciela Gatica había visto algo igual. Pero por TV. “Fue como en los documentales y películas de Estados Unidos. Solo faltaba una vaca volando”, explica a este diario.Graciela iba por la ruta 10 en un auto desde Winifreda hacia el oeste. Se dirigía a un campo junto a su marido. “En la zona de El Destino se oscureció de golpe. Fue como entrar en un túnel. Ahí empezó el viento fuerte”, sostiene.El matrimonio creía que podía pasar antes de que el tornado atravesara el pavimento de la ruta 10. “Pensábamos que podíamos ganarle y pasar para llegar al campo, donde estaba una abuelita sola. Pero no alcanzamos a pasar y nos agarró el tornado”, sostiene.“Se vio claramente el embudo del tornado”, dice. “A mí me pareció que tenía como mil metros de ancho. Cuando pasamos a la altura de la estancia La Caldenada empezaron a caerse plantas y alambres y pinos. A caerse y a caerse y a no parar de caerse. Incluso, vimos un olmo caerse arriba de la ruta. También había vacas en medio de la ruta, corriendo. Volaba tierra por todos lados. Entonces, seguimos por la banquina despacito con el auto. Creíamos que nos iba a volcar el auto. Yo estaba aterrada. Pero no nos volcó. En el campo de enfrente, empezó a levantarse el viento más fuerte, y cambió de dirección de golpe. Del norte pasó al sur. Después empezó a caer granizo frente al campo Pampa Redonda. Quedó todo blanco”, dice.Debajo del escritorio.Jerónimo García Fiorucci seguía debajo del escritorio. “No se escuchaba nada. De tanto ruido casi no se escuchaba nada. Solo sentía el ruido de las chapas y cómo se quebraban los caldenes”, sostiene. “Cuando empezó a calmarse, salí a mirar. Todo estaba roto. Pero yo volví a nacer”, dice.La casa sufrió, incluso, la rajadura de una pared. Y se volaron dos chapas del comedor y todas las de un baño. En los corrales, la báscula fue arrancada del piso, pasó por encima de un alambrado eléctrico y cayó a 15 metros. El cargador también fue arrancado. “Nunca sentí tanto miedo. Por suerte no agarró un pueblo, porque hubiera hecho un desastre”, dice. “Yo definitivamente volví a nacer”.

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