Los primeros minutos del partido fueron un claro indicativo de por qué Boca buscó tanto a Gracián (hoy sentado en el banco), y todavía sueña con el regreso de Riquelme. Si bien el local se hizo cargo del partido, careció de profundidad para lastimar a un ordenado conjunto platense. Entre Dátolo, Ledesma y Banega se alternaron la conducción, pero esa función, está clarito, no la sienten. El local tardó 15 minutos en llegar con peligro hasta el arco de Cejas: remate de Ledesma que se fue desviado. Poquito. ¿Gimnasia? Se paró claramente para jugar de contra. Lentamente, se empezó a inclina la cancha hacia el arco del equipo de Falcioni. A los 22, Ibarra se proyectó por la derecha y tiró al arco, de zurda. La pelota se cerró y pegó en el travesaño. Cuatro minutos después, el Lobo quedó mal parado y Palacio encaró. Palermo esperó la habilitación, recostado sobre la izquierda, pero esta nunca llegó. El bahiense prefirió darle al arco desde la puerta del área y el tiro le salió recto, justo hacia donde estaba parado Cejas. No pareció ser la mejor opción. A Boca le faltaban recursos para romper el vallado defensivo de Gimnasia. Ibarra y Uribarri pasaban al ataque pero todas las jugadas terminaban en anunciados e inocentes centros. Todo era forzado. Como la acción más clara que tuvo el equipo de Russo a los 41 del primer tiempo. Palacio, quien jugó casi como centrodelantero, se encontró con un rebote en el área chica. Era cuestión de soplarla. Pero el punta no le dio bien y la pelota se estrelló en el travesaño. Increíble. Boca no hacía las cosas bien, pero ya merecía la ventaja. El reinicio fue la contracara de lo que se vio en el primer tiempo. Fue otro partido. Porque Boca salió con el cuchillo entre los dientes. Más decidido. Volcó el juego sobre la izquierda y creció Dátolo. A los 50 segundos, el ex Banfield desbordó y tiró un centro bajo que cruzó todo el área. Al se la bajó de cabeza a Palermo, pero Cejas, atento, capturó con lo justo. A los 5, llegó la apertura del marcador. Jesús mandó un centro, la pelota se desvió en un defensor y le cayó a Palermo, en la puerta del área. El Loco, de primera, habilitó a Palacio, y éste le dio de derecha, sin pararla, al rincón. Un dato: el bahiense se reencontró con el gol tras siete encuentros. Le duró poquito la alegría al Xeneize. Apenas dos minutos. Porque Morel Rodríguez canchereó en una salida y se vio obligado a cometer una infracción en el costado del área. De ese tiro libre llegó la igualdad. El centro cayó al medio del área, hubo un rebote y Domínguez, ex River, aprovechó el descuido. Toque de derecha ante un indefenso Caranta y a festejar. Pura efectividad la de Gimnasia. Herido, Boca fue otra vez por la ventaja. Asfixió al Lobo y no le dio tregua. Fue un monólogo del local. A los 13, Battaglia recogió un rebote del poste y la mandó adentro. Pero Lunati, a instancias del juez de línea, anuló el tanto por posición adelantada. Enseguida, otra vez Battaglia, esta vez con un violento remate desde afuera. Cejas, no quiso inconvenientes, y la mandó al tiro de esquina. Gimnasia no hacía pie. Se complicó más cuando Escobar vio la segunda amarilla. El panorama del visitante era negro. Más negro que la tarde. Mientras tanto, Cejas seguía respondiendo. Primero se la aguantó ante un fusilamiento de Maidana, y luego voló para sacar un cabezazo de Battaglia, el jugador más peligroso del equipo de Russo. Ya estaba en cancha Gracián (ingresó por Uribarri), pero no se notaba. Boca iba e iba, sin claridad. Las agujas del reloj seguían corriendo. La impaciencia crecía. Gimnasia se quedó con nueve porque Lunati consideró falta grave de Civelli sobre Ledesma. Quedaba poco. Pero a los 45, Boselli entró al área y Cejas le cometió penal. Claro. Ledesma se hizo cargo y le pegó a la derecha del arquero, que alcanzó a tocar, pero no pudo impedir el cuarto tanto del volante en el Apertura. En el último suspiro, Boca sumó de a tres y se puso a siete de Independiente, el líder y próximo rival.
Olé